UN CORAZON ADORADOR

El pueblo de Israel había escogido a Saúl para ser rey de Israel. Dios estaba molesto con la forma en que Saúl estaba actuando y era el momento de intervenir. Samuel, el profeta, estaba agobiado por las obras de Saúl y en medio de esa angustia Dios le indica que se fuera hacia Belén a la casa de Isaí, para ungir al nuevo rey. Dios había escogido al nuevo rey. Entonces Samuel tomo su cuerno y lo lleno de aceite y se dirigió a Belén. Yo me imagino que, en su mentalidad, Samuel, ya tenía pensado las cualidades de ese nuevo rey, y en cuanto lo viera lo iba a reconocer, por las cualidades que tenía en mente, cualidades que probablemente llenarían las expectativas visuales y por las cuales sabía que lo iba a reconocer. Lo que él no sabía, que Dios ya había hecho su selección.

Llego a casa de Isaí, buscando al nuevo rey. Fue entonces que vio a Eliab, inmediatamente que lo vio sabía que ese era su candidato, ese era el que tenía las cualidades que él pensaba que debía tener un rey. Pero eso no era lo que Dios quería. Dios le dijo: "No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová mira no lo que el hombre mira; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, más Jehová mira el corazón" (I Samuel 16:7, VRV 1960). Samuel miro lo que estaba delante de sus ojos. Miro lo que él pensaba era lo necesario para ser rey. Hizo Samuel llamar a todos los hijos de Isaí, pero ninguno era lo que Dios estaba buscando.

Le faltaba uno, el más pequeño de los 8 hijos de Isaí, David el menor y ese pequeño era el que Dios había escogido para dirigir a su pueblo.

El corazón de David era un corazón agradable al corazón de Dios y eso precisamente es lo que hacía diferente a David de sus demás hermanos. Claro que era diferente si tenía un corazón diferente, el corazón de un adorador.

Pero ¿Por qué es tan importante tener corazón de adorador?........ Porque con adoración nos acercamos más a Dios, porque al acércanos a Él, nos parecemos más a Él. Al parecernos, seremos más compasivos con los demás, nuestros pensamientos serán como sus pensamientos, podremos ver a través de sus ojos y hablaremos como El. Los que nos rodean verán el carácter de Dios reflejado en nosotros y seremos de bendición a otros.

Busquemos cada día el tener un corazón adorador que nos acerque más al Señor y nos enseñe a ser como El.

Somos como un libro abierto delante de los demás, quizás el único libro que pueda leer una persona procura que tus letras sean el reflejo del carácter de Dios en ti, para edificar y no para destruir, para bendecir y no para maldecir, en fin que tu vida y tu corazón sean el reflejo del Amor de Dios en ti.

Diana Espendez ©copyright 2009

Comentarios

Entradas populares